martes, 29 de noviembre de 2016

Para entender a la sociedad actual en la que estamos

Para pensar cómo funciona una sociedad hay que abordar algunos aspectos importantes, entre ellos, lo que se conoce como modo de producción. Un modo de producción se mueve a través de fuerzas productivas, como el trabajo y las herramientas que se usan para ese trabajo (tecnología); pero también se mueven relaciones de producción entre los hombres, tales como cuando se establecen relaciones de compra venta, por ejemplo, al comprar un vehículo, una casa, establecemos una relación de producción entre un comprador que trabaja para comprarse una casa, un vehículo etc., y un hombre que vende.  Esto da como resultado un tipo de conciencia de clase social que define no sólo una forma de pensar, sino también una ideología. No se puede entender la conciencia de clase sin articularla a los procesos históricos-sociales en los que vivimos, solo por decir algo, la conciencia alejada del contexto social no permitiría entender los diversos intereses de las clases sociales. La sociedad moderna por ejemplo, se sitúa en distintas contradicciones producto de su conformación entre los intereses de las clases dominantes, el modo de producción capitalista y su forma de relacionarse entre las personas. Es importante documentar que un retorno a la forma en cómo se producen los discursos sobre algunas cuestiones puede ayudar a desenmascarar el peso que puedan tener algunos conceptos o ideas que se asumen como verdades. Hay “verdades” que se asumen desde una posición ideológica porque se pretenden consolidar como discursos de poder. Ejemplos hay muchos, conceptos como dictadura, salud mental, enfermedad, etc. son algunos. Las sociedades se forman y de allí constituyen sus formas de pensar, no es lo mismo pensar desde la pobreza en la que miles de hombres y mujeres, niños y ancianos perciben su realidad en limitadas circunstancias externas que pensar en la zona de confort de los que buscan la ganancia usando a esos pobres para enriquecer a otras clases sociales. En este sentido, la relaciones de producción son esencialmente relaciones contradictorias porque se dan entre una sociedad desigual, lo que entonces produce una conciencia de clase que va a determinar la forma de mirar no sólo a las personas, sino al mundo. Un discurso que ensambla un conjunto de ideas y conceptos se convierte en ideología, luego entonces la ideología crea una forma de mirar la realidad producto del contexto o de las formas en cómo se constituye lo social. Así, lo ideológico sería ese conjunto de pensamientos ligado a valores o seudovalores donde se justifican las formas de comportamiento social. Hace poco una amiga cubana que vive en San Paolo Brasil me comentaba su tristeza de no encontrar trabajo, durante un mes pedía ayuda y nadie o por lo menos alguien se la ofrecía a cambio de favores sexuales. Este comportamiento individualista para ayudar a alguien o sólo condicionado por un ofrecimiento a cambio de sexo es típico del capitalismo. En una formación social capitalista todo se rige por la mercancía, el otro se vuelve tal y entonces las relaciones mercantiles pierden su efecto como personas y se convierten en cosas, arrastrando a esa misma dinámica todo acto humano desde el amor, el sexo hasta los sentimientos. No tengo ninguna duda que el capitalismo ha perdido la esencia humanista (quizá nunca la ha tenido) y ha convertido todo en mercancía, que, a través de los medios de comunicación produce un profundo enajenamiento de la conciencia humana arrastrándola a una conciencia en forma de fetiche. La ideología es una forma sistematizada que a través de los medios, la educación, la televisión se va implantando hasta que configura formas de pensamiento capaces de influir en las masas y en las sociedades, ejemplos hay muchos, sólo por citar uno, creer que el medicamento puede aliviar las tristezas es ideológico, pues, medicar puede ser una condición social que tenga atrás un poder económico para enriquecer a una persona o un grupo de personas llamadas empresarios y que estos legitimen por todos los medios infundir la creencia de que tomar medicamento quita la tristeza. Diario vemos eso, la gente cree en tantas cosas que ya no analiza y eso es función de la ideología, hoy las miles y miles de información que nos llega ya no pasan por un filtro de análisis, adoptamos todo sin analizar y pasa entonces a formar parte de nuestras creencias, por eso me parece que hoy asistimos a un pensamiento enajenado (ajeno a nuestras experiencias y vivencias) y más sometido a las exigencias ideológicas y sociales que legitiman como verdades y refuerzan conductas que justifican valores capitalistas más que humanos.

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