martes, 5 de mayo de 2015

La narrativa de la violencia puede consultarse aquí en el siguiente link del periódico.
( http://elregional.com.mx/Noticias/?id=66664)
Estoy leyendo los “Malditos” de Jesús Lemus que acaba de publicar la revista proceso en coordinación con Grijalbo en una serie titulada “México Impune”; miro paginas como el Blog del narco, la narrativa de Sin Embargo y de Milenio y varias veces la de la revista proceso.
En México cada día se configura un discurso que proviene de un periodismo de investigación, lleno de información proveniente de sicarios, narcos, testimonios de sobrevivientes de esta guerra contra el crimen organizado.
La violencia es un fenómeno que se ha visto con un crecimiento alarmante en México pero que está de la misma manera o peor en países como el salvador y Honduras, el periódico el Faro es el que hace la narrativa de esos países.
No creo que encontremos el hilo negro del origen de este fenómeno, lo cierto es que cada vez se mira de manera más contundente que atravesamos por una descomposición social muy grande y que ha permeado a las instituciones como los partidos políticos, la familia, la escuela entre otros. Me parece que hay un resentimiento social a la clase política que también ha alcanzado ya a esta con crímenes contra candidatos.
La línea de la pobreza es mirada por nuestra clase política solo con números, la realidad es que muchos jóvenes sin oportunidades y permeados por una cultura de ganar dinero fácil, cargar un arma y tener poder los hace meterse allí, a la podredumbre que ha terminado con sus vidas. Recuerdo bastante bien un caso, un alumno de preparatoria me narraba sus andanzas con el ya desaparecido cartel del pacífico (CCP), de donde salió Edgar el Ponchis y el Negro Radilla.
El culto a la santa muerte y su vínculo a pedir permiso para matar, la limosna en joyas, dinero y cuantas cosas se les ocurren son parte del escenario donde se preparan los jóvenes para ser sicarios. La decapitaciones, degollaciones, el asesinato cruel, hasta comer carne humana cosas que se ven en el Blog del narco y algunas confirmadas por el periodista Jesús Lemus apunta a que el Estado ya está imbuido, colapsado y empapado de todo eso.
Morelos es un escenario frecuente de muertos, el país ya es un cementerio a cielo abierto, la policía esta corrompida y cobra sus derechos tanto en la calle como en las cárceles como parte
del privilegio del dinero que tienen los grandes capos. Lo cierto es que, como me contaba ese joven, muchos de ellos adictos a las drogas y al alcohol, les gustaba la adrenalina y les hacía tener poder, sin embargo y esto es un hecho, muchos de estos jóvenes vienen de familias disfuncionales, de otra manera no puede explicarse como repiten en los crímenes escenas ocurridas en su propia infancia.
Hace unos meses platicando con un colega, precisamente hablando del tema de la violencia en el narcotráfico, recuerdo que me hablaba de un caso que personalmente él llevó en el tutelar para menores de Morelos. Narraba que en alguna ocasión Arturo Beltrán Leyva ordenó la muerte de un contrario y se lo pidió a uno de estos jóvenes al que le apodaban el “tortas”, el colega me comentaba, que éste recibió cincuenta mil pesos para hacerlo y que al principio le costaba sacarle información al que iba a ejecutar; para obtener información el “tortas” recordó cuando su madre en cierta ocasión lo castigó poniéndole una vela encendida en su manos, experimentando como la cera se derretía en ellas, y el dolor lo castigaba severamente.
Pues recurriendo a ese recuerdo, colgó a su ejecutor y le quitó los zapatos, le puso la cera en los pies y posteriormente con una botella de plástico caliente se la puso en la planta de los pies jalándolo con todo y piel, obteniendo de esa manera la información que necesitaba. Como se narra aquí los jóvenes a menudo matan en el otro lo que no pueden matar de sí, anidan resentimientos profundos contra las figuras paterna y materna hasta que terminan en grupos delictivos o pandillas.
Sin ninguna duda, no solo es responsabilidad de la familia, también las instituciones son parte de esto. Yo lo he mirado en muchos jóvenes en las escuelas, en una conferencia a la que invite a otros colegas, una primera aproximación a ellos para preguntarles en que pensaban, lo primero que afloró fue en drogas, sexo y alcohol.
Por eso es muy importante acercarse a los jóvenes y rescatar esa narrativa de su proximidad con la violencia desde la casa hasta la calle, de otra manera, ese rol por ellos ejercido algún día nos alcanzará en nuestra casa con nuestros hijos.