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Era una casa casi
vieja, pisos húmedos por la lluvia, ventanas con una cortinas sucias, un
comedor que se iba con el correr del tiempo apolillando, un montón de trastos
sucios donde las moscas hacen orgías con los desechos de la comida. Sobre la
mesa el viento leve arrastra y moja con el sereno que entra por las ventanas y
las delgadas cortinas, una receta con el sello del IMSS y abajo con letras un poco
más pequeñas la palabra “psiquiatría”. Se trata de una mujer diagnosticada como
esquizofrénica paranoide. Su crisis – cuenta ella-, empezó cuando su pareja la
abandonó. Desde entonces dejó de dormir
y empezó con una crisis nerviosa hasta que rompió contacto con la
realidad. La experiencia de la locura es angustiosa, pero hay latente su
búsqueda para encontrar algo misterioso de uno. Se trata de no saber de ella y
al mismo tiempo vivimos como intentando hacer la experiencia de saber de ella.
La negamos y la afirmamos, la rehuimos y día con día vivimos aproximándonos a
ella. ¿Qué tiene de atractivo que la buscamos por los caminos más difíciles?
¿Por los caminos por donde hay dolor? ¿Por los caminos donde la sociedad
termina por excluirte?
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La familia esta
integrada por el padre y la madre, una hija y un hijo; cierto día la hija vino,
tiene diecinueve años, adicta a la heroína y diagnosticada psiquiátricamente como “bipolar”, sus viajes son caminos llenos
de colores, flores, duendes, voces y llanos. Es un viaje exquisito al que
cualquiera se iría por la forma tan seductora en como lo describe, las voces
que escucha solo ella las oye, bipolar es un concepto psiquiátrico que no
permite un equilibrio, en tiempos hace viajes mágicos y maravillosos y en ratos
intentos de suicidio. Me dice, “la puerta de la muerte te abre a la experiencia
de saber de la vida”, cierto día pintó un cuadro de una ciudad donde las calles
estaban de color de rosa, le pregunte, por que pintaba de ese color y me
contesto: - “la ciudad te engaña, te hace creer que en ella puedes encontrar
muchas cosas maravillosas para sacarte de la soledad y te droga para decirte
que no te sientas sola, y cuando regresas a la soledad ya no quieres vivir en
ella, prefieres la muerte”. La ciudad te
ofrece como llenar tu soledad y cuando te ha destruido te deja a tu suerte, te
deja morir, al fin ya te ha llenado.
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Era el mes de marzo,
a sus diecisiete años vivía sin ninguna referencia interna que le diera un
significado afectivo, de niña, el padre la abandonó, la madre la dejó con su
tía, esta última durante su infancia no la trataba bien y, si alguna vez lo
hizo solo fue para sobrevivir físicamente. He aprendido que cuando de niño se
pierden, se van, se desaparecen las referencias afectivas, no es posible tener
internamente ninguna figura que refuerce afectiva ni simbólicamente nuestro yo.
Crecemos vacíos, cuando crecemos un poco más,
esto se vuelve una compulsión desesperada en la búsqueda del afecto, lo
demandamos tanto que es posible volvernos posesivos, ¿por qué? Porque buscamos
en los otros la seguridad y la afectividad negada. Ella vivía como en el vacío,
su vida no tenía sentido, hacia las cosas solo por hacerlas, trato de
encontrarle significado a su vida en el ocultismo, comprando libros de superación
personal, practicando y buscando el destino en la lectura de las cartas y el
tarot, fue en vano, las cosas siguieron igual, sin embargo, no todo estaba
perdido, se encontró así misma en la poesía, es de ahora en adelante una
brillante poeta.
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La
agonía es una experiencia entre la vida y la
muerte, es un hilo delgado que separa la vivencia de la conciencia,
vivencia de la separación entre yo (imagen, cuerpo) y realidad. Cuando el
Mesías vivió la experiencia de la agonía de la cruz desde el monte de los
olivos tuvo conciencia de la separación de sus referencias internas, la
traición de judas, la negación de pedro, el abandono de sus discípulos, hasta
el de Dios con su exclamación de ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has
abandonado? Esta separación en estado consciente hasta la vivencia del dolor es
una ruta hacia la agonía. Diría DUNS SCOTO es una experiencia hacia la última
soledad del ser, todos los que estuvieron contigo ya no están, todos los que te
acompañaron se han ido, solo quedas tu y tu experiencia, solo en ti queda la
responsabilidad de vivir ese trágico camino hacia la soledad y el dolor. El
dolor es una ruptura, es una alteridad, yo no soy el mismo cuando me ha
llegado. Me cambia la vida. El dolor produce un aprendizaje hacia la vida, nos
hace tomar conciencia o rehuir de él. Mientras más afirmamos los fantasmas del
pasado mas no siguen, cuando el dolor nos toca, nos abre, nos quita las
ilusiones, nos llena de realismo. Nos hace decir, me equivoqué, no era lo que
esperaba, porque lo que esperaba era una ilusión, la realidad es que la ilusión
era una mentira que la había cambiado por la verdad. ¿Por qué nos negamos a reconocer la verdad y
preferimos la mentira? Por la verdad duele y la mentira oculta la verdad del
dolor. Por eso, mientras agonizas, tu, que vives en el umbral del dolor, abre
las venas de tu cuerpo y deja que este se mire en el espejo de la verdad aunque
esta duela, después de todo, el dolor es el mejor maestro para reconocernos
como humanos.
Junio de 2006.