jueves, 29 de marzo de 2012

Sin asombro ante la muerte




Y miré al cielo buscando una respuesta
Un gran arcoíris se dibuja bajo el sol
Vietnam, Bagdad, Sarajevo,  donde los niños mueren
Bajo el fuego del napalm.
París, New York, Berlin, Praga, donde los pies de media
Humanidad piden a gritos ¡un alto a la guerra!
La democracia ha costado muchos muertos
En la plaza de Tianmen donde los chinos matan a sus hermanos jóvenes
En la plaza de Tlatelolco igual.
Hemos perdido el asombro de la muerte
Pues la muerte ha calado en nuestras venas como bestia
O como volcán en erupción
Y nos ha hecho odiar la vida y embrutecernos
Mirando como mueren, en la industria televisiva.
El poder enloquece a los hombres
Y los vuelve dioses de sí mismo
Porque nadie les rinde culto
La guerra es el amor a la muerte,
Y la ama la Televisión, el hombre de poder yla industria bélica

miércoles, 28 de marzo de 2012

Por los caminos de la irreverencia


       

                                                      
Lo que sigue son algunas narraciones de encuentros y desencuentros con lo cotidiano, sin embargo, todo tiene un origen. He vivido, sentido, y dolido las calamidades de los otros y aprendí que en la vida a los sujetos les sobran calamidades que no son color de hormiga, sino hormigueros y... aún me sigo interrogando ¿Qué me falta? ¿Qué me sobra? Los otros ¿quiénes son los otros?
Descubrí a los otros en el rito del suicidio. Sucedió hace apenas unos años, tres niños en situación de la calle aparecieron muertos cerca del parque olímpico en la ciudad de México. Se suicidaron. Arrojados a la calle desde temprana edad ¿qué otro sentido tiene vivir en casa? La vida solo tiene sentido en la calle, el sentido de la libertad, del vínculo, la calle me vincula afectivamente con el grupo, le da cohesión a ese complejo tejido de soledades y de abandonos; ¿Qué pasa cuando este vinculo se rompe? ¿Qué pasa cuando ese sentido se vuelve persecución en contra del sentido de vivir en la calle? Cuando se vuelven golpes de policías, prostitución, trabajo, maltrato. Aún no lo sé que se rompió en esos niños el vínculo, pero de lo que sí estoy convencido es que eligieron el último sentido de la vida, el límite, es decir, buscarlo a través de la muerte.

23 de Enero,  1989. Argentina. Un comando de izquierda asalta el cuartel militar de La Tablada con varios muertos y desparecidos.  Once sobrevivientes de ese comando hacían una huelga de hambre por las torturas y las malas condiciones de vida en la cárcel. Tres meses duró la huelga. Mientras se morían, el presidente argentino compartía en la noche buena, un suntuoso banquete con los grandes magnates del dinero, los mismos que hoy hunden a Argentina en una grave crisis y a punto de un estallido social.

Así descubrí a los otros,  comprometidos por un sueño, por una utopía, sin miedo a la parálisis, a la pasividad. Sin miedo a matar sus sueños y dejar a su país así como está. Es el mismo sueño rebelde de los zapatistas, aquel de 1994 que ha transformado al País. El compromiso fue más allá de la vida, por eso están en la memoria y en un lugar para la historia, más allá del sacrificio.

En el recorrido de mi vida he descubierto la importancia de elegir; unos eligen vivir en la seguridad que les da esta sociedad, eligen formarse o deformarse en ciertas experiencias, eligen ser parte de un modelo social, de estatus, de clase, de formas de pensar. Otros eligen, vivir, como - diría Eduardo Galeano -, como niños a la intemperie, soñando, vagando y metiendo en la memoria las luces de la ciudad, la basura, los niños en la calle, dos perros jugando, una loca riendo y muchas figuras que vende la publicidad. El psicólogo es el que mira en el alma, es el que penetra esa oscuridad. Desde 1968 he vivido y visto que las grandes revoluciones, los sueños, los cambios sociales se hicieron en lugares como los antes descritos, se hicieron en la libertad, en la pasión por ver algo diferente. Por ejemplo, en 1989 miles de jóvenes chinos se  reunieron en la Plaza de Tianmen para exigir una reforma al comunismo, sus sueños fueron apagados en ese mismo lugar que exigía la libertad; cientos de tanques del ejército rojo los aplastaron. En Chile y Argentina todavía hay mujeres buscando a sus hijos robados desde pequeños por las dictaduras, mientras sus padres en esos años eran arrojados desde las alturas al mar;
 En Colombia, amigos míos que radican aquí en Cuernavaca buscan afanosamente ayuda para que conozcamos los planes norteamericanos sobre su País.  EE.UU. pretende reducir a Colombia a cenizas so pretexto del narcotráfico, ¿estaremos viviendo un nuevo Vietnam? Démosle la razón a la historia ¿qué podemos hacer?