martes, 22 de agosto de 2017

Notas para construir un futuro desde el pensamiento

Frente al caos que vivimos hay que detenernos para reflexionar la siguiente pregunta ¿Desde dónde nos situamos para pensar nuestros problemas? ¿Cuál es la base de nuestra forma de ver el mundo? ¿Por qué pensar el presente? En primer lugar, me parece fundamental partir de la misma pregunta, es decir, formular la pregunta nos sitúa frente al problema, preguntamos porque hay un problema que resolver. ¿Cuál es ese problema? El problema es la multiplicidad de las emergencias a las que hay que alumbrar con la reflexión, con el pensamiento, y, hay que hacerlo en el tiempo presente, que es donde se da el acontecimiento. Sin embargo, esta tarea no nos la da el sentido común, hay que construirla en los espacios donde se pueda ejercer el hecho educativo; sea la escuela, sean los círculos de reflexión, sean los espacios donde se debate la necesidad de transformar este mundo. Este planteamiento no significa ignorar el tiempo del pasado, aquí la pregunta consiste en como direccionar un problema del pasado a lo contemporáneo o, como elaborar, como pensar el presente y el futuro, partiendo del pasado y del presente. Trazar un horizonte nos permite instaurar un plano, hacer un corte en el devenir (entendiendo este como el proceso o cambio) pues al mismo tiempo que somos en el presente, estamos dejando de ser. Un primer referente es ¿Cómo nos pensamos a nosotros mismos? ¿Cuál es nuestro referente histórico? ¿Cuál es nuestro referente educativo? Nuestro continente presenta una realidad, una dimensión que pareciera no está incluida en nuestro mundo. Esta es revelada a través de miles de rostros, de palabras que son leídas como injusticias, exclusiones, hambre, entre otras. Si no incluimos esa realidad con rostro humano que sufre en nuestros horizontes de construir un futuro mejor es que entonces nuestro marco de referencia está en otro pensamiento, habría que revisar que es lo que nos hace ajenos no pensar ese contexto. El papel de la educación es importante en la medida en que aporta una racionalidad, una forma de ver el mundo que se construye con categorías conceptuales que me hace pensar como pienso. Los mecanismos con los que nos enfrentamos a la realidad y que son producto del papel educativo pueden variar; podemos partir de mecanismos lógico-instrumentales o mecanismos racionales alternativos. Un segundo referente es, como abordamos la realidad; podemos hacerlo a través de la abstracción, es decir, hacemos un corte de la realidad y eliminamos los contextos de significación comprometedora. Es como si decidiéramos pensarla desde una zona de confort; Pareciera como si el mundo moderno separara dos formas de abordar esta realidad, la primera desde una visión objetiva creado por esa razón lógico-instrumental y, la segunda, por una visión subjetiva, centrada en los proceso del sentir y pensar de las personas. Hay que reiniciar un dialogo entre los principios fundantes del sujeto y de la razón, pues los saberes deberán escapar del pensamiento mutilado y mutilador para acceder a lo complejo que esta realidad representa. Pensar es preguntar, pero la pregunta tiene un referente, el problema; el problema procede del tiempo presente, que es el acontecimiento, este hay que hacerlo significativo para que el pensamiento lo ilumine; lo iluminamos cuando lo volvemos proyecto, proyectar hacia el futuro no se proyecta la necesidad de una trasformación social o política, al trascender, también nos proyectamos nosotros; es este ejercicio del pensar lo que nos hace libres, lo que nos hace solidarios; aquí el fin no justifica los medios, aquí el fin es hacer una sociedad más justa y digna para los que vivimos en ella, no hacerlo es una responsabilidad que implicará un juicio de la historia, pues no vinimos a hacer biografía, sino hacer historia.