En el fondo de un libro
hay una forma de pensar, de percibir, de
alguien al que se le denomina escritor. Se escribe lo que se vive, lo que se
mira, lo que se siente; por eso escribir, es un arte, difícilmente atrapado por
los prejuicios, pero sin lugar a dudas cambiado por la era de la tecnología. En
el fondo de los sepulcros habitan los muertos quienes ya abandonaron la
palabra, ya no resulta peligroso hablar. Esa intimidad con el otro mundo no es
la misma de los vivos, hablar y escribir resulta hasta peligroso. Hablar es un
discurso sobre el “otro” sobre el objeto al que hay que transformar, por eso
resulta un peligro porque no está legitimado por ningún poder, que no sea el de
la persona privada que hace pública su práctica de la escritura y de la
lectura. La programación neurolingüística ha planteado la idea de que
construimos un modelo (mapa mental) de la realidad (territorio); es decir, el
mundo que nos representamos no es el mundo que es, sino el modelo que creamos.
Así, escribir es entonces el mapa de nuestras emociones,
pasiones, prejuicios, percepciones, sensaciones, fantasmas del pasado, etc. Y
el territorio es el objeto donde recae la acción de escribir, es decir, el
fondo de nuestra motivaciones y sentires de todas esas historias personales. Durante
el siglo XVIII la escritura y la lectura emergieron ante la necesidad de abrir
una esfera crítica frente a la autoridad del Estado; la necesidad de un espacio
donde las personas privadas puedan ejercer el derecho de hacer pública su
razón. Las esferas de lo público y lo
privado son esenciales para la definición de la cultura local o nacional, en
otras palabras, escribir y leer puede determinar el tipo de cultura o de Estado
que queremos. Sin embargo, es preciso hacer notar que al escribir no pasa lo
mismo que leer. La versión de Cassany, Daniel (2008) es que hay tres
perspectivas para entender el significado de un escrito: la perspectiva
lingüística que parte de la búsqueda del significado del texto; la perspectiva
psicolingüística que busca inferir, es decir, completar, comprender el significado
del texto; para la primera leer es una operación gramatical y léxica, para la
segunda requiere desarrollar los procesos cognitivos para construir los
significados además de conocer el léxico y la gramática y finalmente, la
perspectiva sociocultural leer es conocer la situación del discurso, la
comunidad cultural de significados, la retórica de cada comunidad y la
diversidad de interpretaciones (Cassany, 2008). En este sentido la metáfora del
Iceberg servirá para ilustra esto, la punta del Iceberg es la perspectiva
lingüística y la psicolingüística y el fondo es la perspectiva sociocultural.
Hagamos realidad el arte de escribir para poder leer y así cambiar nuestras
condiciones socioculturales.
Alejandro Cruz Solano
d_alessandro1968@hotmail.com