martes, 21 de febrero de 2023

El impacto de los problemas de la salud mental en el aula escolar

Por Alejandro Cruz Durante más de veinte años como terapeuta la experiencia en los problemas de salud mental se ha reflejado con más impacto en los jovenes entre los 18 y 26 años, sin que eso signifique que otros casos no lo padezcan. Es común encontrar casos frecuentes de depresión, ansiedad, estrés, ideas suicidas o pérdida del sentido de la vida. Estos casos los encontramos en lo particular en las consultas como en las aulas educativas. El tema de la salud mental es de interés debido al crecimiento de problemas que estamos teniendo en nuestro país, solo por citar algunos ejemplos, en el 2020 según el INEGI se registró la tasa de suicidios más alta con 7896 de personas que se quitaron la vida, comparado con los 4720 que se dieron entre 1994 a 2019 . También, casi el 30% de los mexicanos se han sentido deprimidos al menos una vez y sólo el 5% han tenido acceso a una terapia antidepresiva farmacológica (INSP, 2020). En relación a la atención uno de cada cuatro mexicanos, entre 18 y 65 años, ha padecido en algún momento de su vida un trastorno mental, pero sólo uno de cada cinco, de los que lo padecen recibe tratamiento (Tena, 2017). Algunos de los problemas para tratar el tema de la salud mental es la estigmatización y discriminación que se da entre nosotros, es común escuchar este tipo de frases “Si vas al psicólogo o psiquiatra es porque estás loco”, “estás loca”, “pretextos, sólo quiere llamar la atención”, “el tiempo cura las heridas, supéralo”, “se mató”, “es bipolar”, “si te sientes mal mentalmente deja de pensar en ello”, “no necesitas ayuda, tú puedes sola”, “¡supéralo!” o “qué vergüenza contarle al psicólogo todos tus problemas”. Ante esta situación, una pregunta obligada es ¿Por qué es importante cuidar nuestra salud mental? ¿Qué entendemos por salud mental? La organización mundial de la salud (OMS) define la salud mental como “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” pero ¿Qué es el bienestar? El bienestar psicológico ha centrado su atención en el desarrollo de las capacidades y el crecimiento personal, concebidas ambas como los principales indicadores del funcionamiento positivo. En otras palabras, el bienestar es la evaluación que hacen las personas de su vida, que incluye tanto juicios cognitivos como reacciones afectivas (estados de ánimo y emociones). La valoración subjetiva que expresa la satisfacción de las personas y su grado de complacencia con aspectos específicos o globales de su vida, en los que predominan los estados de ánimo positivos. El bienestar psicológico es “un concepto ligado a la percepción subjetiva que tiene un individuo respecto a los logros conseguidos por él, y su grado de satisfacción personal con sus acciones pasadas, presentes y futuras” (Diner y cols., 1999, citado por Velázquez y cols., 2008). Este bienestar psicológico se produce en relación con un juicio cognitivo que la persona hace acerca de sus logros, lo que a su vez influye en la conducta dirigida al logro de metas y propósitos, siendo por ello un factor de motivación intrínseca para el estudiante. En la actualidad puede parecer difícil mantener un equilibrio mental sano debido a la diversidad de agentes estresantes como la excesiva carga de trabajo, las múltiples responsabilidades o la falta de una economía favorable. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo contribuir a apoyar a los jovenes en este problema? Probablemente no encontremos un momento como este en mucho tiempo para ahondar de manera responsable en las necesidades de promover el bienestar en las personas y, por supuesto, prevenir, detectar e intervenir de modo preciso y proporcionado los desajustes emocionales y los trastornos psicológicos de los jovenes. Reflexionar sobre nuestra salud mental supone repensar, qué modelo de sociedad hemos creado, el valor de la equidad como respuesta a la vulnerabilidad y desigualdades, cómo vivimos, cuáles son las prioridades, cuáles los principios y valores que guían la vida cotidiana, nuestras rutinas e inercias. Representa también un esfuerzo por revisar profundamente el código y modelo en el que asentamos nuestros modos y maneras de “hacer” educación en el día a día, en la cotidianeidad que vivimos en los espacios sociales, en las casas, en las escuelas; en las actividades compartidas, y en el corazón de las relaciones interpersonales que tejen y configuran la compleja red de interacciones, más o menos planificadas, que aproxima y muestra la realidad, intentando hacerla interpretable, compresible. También modificable. Es imprescindible dotar a los proyectos educativos de planes integrales que incorporen la educación emocional y la reflexión sobre el sufrimiento psicológico y el papel que desempeñamos todos sus miembros en las comunidades educativas en su prevención y, en su caso, pronta y eficiente detección. Y es, asimismo, imprescindible que los sistemas educativos doten a los centros y a las comunidades educativas de: • Opciones organizativas para el desarrollo de planes y programas (tiempos y espacios específicos) de educación emocional y detección de desajustes emocionales; porque es necesario abordar en las aulas el sufrimiento psicológico de las personas con programas para toda la comunidad educativa validados y contrastados por la evidencia. • Materiales específicos para la elaboración de planes de acompañamiento y protección del alumnado en situación de riesgo de conductas autolesivas y de comportamiento suicida (Luengo, 2021). • La oportuna implementación (con tiempo en tarea suficiente para el desarrollo de sus funciones) de la figura del Coordinador/a de bienestar y protección. • Necesitamos generar nuevas perspectivas, renovados modos de interpretar el momento que nos toca vivir y las necesidades de formación para atenderlas adecuadamente; revisar críticamente los modelos, introducir contenidos y habilidades hasta ahora no contempladas. Aún parece quedar muy lejos el imprescindible consenso que garantice la estabilidad de un marco de formación para los próximos años y para la propia consideración de la profesión docente (Moncloa, 2022). Es fundamental crear, antes que nada, el reforzamiento de los estados mentales positivos en los estudiantes, entendiendo que esos estados son importantes hacérselos descubrir a través del curriculum oculto o actividades de dirigidas hacia el logro de sus metas y objetivos, involucrarlos en distintas actividades sociales que les permitan potencializar sus habilidades y los hagan sentirse útiles, descargando las pulsiones y construyendo la utopía. La salud mental tiene que empezar por erradicar el individualismo y fomentar el sentido de comunidad en los centros escolares, la valoración de sus quehaceres sin caer en la evaluación numérica de sus aprendizajes, es importante la escucha activa, la proyección de sus objetivos hacia el bienestar de la comunidad, la satisfacción de sus logros y el trabajo en equipo.