viernes, 9 de febrero de 2018

Propuesta para una gobernabilidad democrática






Por: Alejandro Cruz Solano





La crisis de legitimidad en los partidos políticos por los casos de corrupción, no solo ha implicado la incapacidad del funcionamiento del aparato político sino también de la falta de respuesta de esa parte vital que hace que el Estado funcione, me refiero, a la sociedad civil o ciudadanía. ¿Significa entonces, un desplazamiento del énfasis del Estado a la sociedad? No, significa dinamizar a la ciudadanía para que ésta, no solo sea, una parte integrada del Estado, sino una parte sustantiva respecto de lo público, sobre todo, de la gobernabilidad democrática. ¿Qué es la gobernabilidad democrática? Esta es un atributo de la sociedad que garantiza la regularidad de los comportamientos de acuerdo a valores, pero esa regularidad no solo promueve sino que desarrolla en sí misma las capacidades para impulsar los valores que el aparato político no desarrolla. Por ejemplo, el debate de lo ético, como un valor de una cultura democrática no solo es necesario, sino urgente frente a la crisis que viven hoy los partidos políticos, dicha crisis no solo es un fracaso de la gobernabilidad sino también de los valores que legitiman una cultura de la falta de una democracia. En este sentido,  cuando hablo de la gobernabilidad me refiero a ella como  la capacidad  de un sistema que implica la interrelación entre lo institucional con las capacidades de los actores políticos, económicos y sociales presentes y finalmente la calidad del liderazgo para transformar lo disponible. En este sentido, la gobernabilidad no depende de una institución, sino de la interrelación, el fortalecimiento de las capacidades de los actores de la gobernabilidad y, principalmente de las organizaciones de gobierno, pero también implica el papel fundamental del liderazgo, entendiendo a este como el proceso y función de capacidades, entre ellas; visión, legitimidad y capacidad para tratar adecuadamente los conflictos. . La formulación de la visión requiere la comprensión de los intereses a corto y largo plazo de un amplio espectro de los actores sociales, así como la conciencia suficiente de los impactos que las tendencias y fuerzas de cambio actuales y futuras van a tener sobre la sociedad y sus principales actores. Lo decisivo no es que la visión sea innovativa, sino que conecte con los intereses y motivaciones de amplias audiencias. Respecto de la legitimidad, es fundamental que los liderazgos puedan tener la credibilidad y confianza, situación que se legitima en la coherencia entre el discurso, las acciones y los resultados. Finalmente, la capacidad para tratar adecuadamente los conflictos, está referida a la capacidad para que el conflicto sea un estímulo de desarrollo y aprendizaje, situación que permitirá la seguridad y certidumbre en la transformación de opciones difíciles


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