martes, 13 de diciembre de 2016

La decadencia de lo político

Una institución es fuerte cuando es democrática, pero es débil si termina convirtiéndose en una plutocracia, que en buen español traducido del griego significa “el gobierno de los ricos”. Lo político como proceso está controlado por una élite que en distintos puntos son familias, amigos, padrinos, empresarios, tribus políticas, grupos de élite, etc. Son minorías con poder. Cuando estas minorías se hacen del poder deja de existir la democracia, por ejemplo, los gobiernos municipales están en manos de familias y amistades que de cierta manera financiaron las campañas. La administración pública se ha vuelto en una cuota de poder que funciona en recaudar un porcentaje de los recursos públicos a través de los servicios que se prestan, de allí viene el enriquecimiento de los que administran. Por ejemplo, un proveedor de obra pública sea empresario, constructora u amigo prestanombres hace con el recurso público alguna obra con un costo más alto de lo que es, si por decirlo, se pavimenta una calle que cuesta en términos reales sesenta mil pesos los que gobiernan la facturan en ciento veinte mil o quizá hasta doscientos mil, esa diferencia es la que se lleva un administrador del gobierno por lo menos municipal, si sigue subiendo de nivel puede elevarse hasta millones. Es por esa razón que muchos desean ser políticos. Este nivel de corrupción es descarado, por eso no alcanzan los recursos para el desarrollo, el caso de la casa blanca que fue un regalo del grupo Higa a Enrique Peña Nieto en realidad debió ser por los miles de millones otorgados a esa empresa para obra o infraestructura carretera. Hace poco platicando con un funcionario muy cercano a hacienda federal me decía que el país está en quiebra; no lo dudo, los recursos públicos tienen en todos los niveles un manejo discrecional de porcentajes que van a la bolsa de la clase política. A mi parecer esto está debilitando a las instituciones pues, las administraciones lejos de tejer una red que empodere a la ciudadanía, que transparente el uso de los recursos, que promueva un desarrollo municipal, estatal o nacional, está yendo por una deriva de decadencia que va a terminar explotando. Lo político que en la Grecia antigua era una virtud para los ciudadanos que se ponían al servicio de su comunidad, lo que terminó constituyendo una república con una democracia participativa hoy, se ha deteriorado por las prácticas de los políticos aprovechando el modelo de democracia representativa y electoral, donde los ciudadanos sólo los votamos y dejamos de participar en la vigilancia de sus actos en el sentido de la participación. Este último caso es visible hoy, la alta votación que obtuvo el presidente actual del municipio de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco que fue un ejercicio electora democrático se ve amenazada por una minoría que bajo argucias explicitas legales, en el trasfondo se convierte en un asunto político que no tiene otro objetivo que usar los recursos públicos de la basura y de las luminarias para convertirlas en un negocio personal. El problema es que esta revancha política la hace el máximo tribunal encargado de legislar a favor de todos, el Congreso de la Unión, lo que la razón jurídica a través de la SCJN les acaba de anular su pretenciosa acción. Una minoría que es el congreso de la unión busca destituir a un presidente municipal que en el ejercicio de la democracia electoral revierte el significado que los griegos dieron a lo político, es decir, el poder del pueblo. Lejos se mira que lo político se vuelva el poder del pueblo y un ejercicio de servicio a los demás, en realidad la decadencia de lo político tiene tres impactos, el primero, quienes nos gobiernan desconocen el significado de lo político lo cual los convierte en pragmáticos; lo segundo, nos gobierna una plutocracia que se ha enriquecido de los propios recursos públicos y finalmente, nos gobiernan políticos que nos les interesa el servicio público, de otra manera no estuviéramos como estamos, con problemas de infraestructura, de desarrollo y con carencias de servicio de buena calidad. Entonces lo que urge hacer es organizar a los ciudadanos para que unidos no divididos saquemos nuestro estado actual en la que nos encontramos y recuperemos el sentido de participación en los asuntos públicos y no sólo ser meros espectadores de ellos.

Tambien lo puede consultar en  http://elregional.com.mx/Noticias/?id=85339

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