martes, 14 de febrero de 2023

El amor en tiempos de San Valentín

Alejandro Cruz Solano En estos tiempos hay mucha psicoterapia para los duelos en el amor, los abandonos, pero poca para los excesos. Se preguntaba Byung – Chul Han ¿Por qué duele el amor? Hoy en todas las relaciones se juegan dos cosas, el exceso y la oferta para amar y al mismo tiempo la erosión de las relaciones de pareja. Hay una tendencia significativa en muchas relaciones de pareja, al control. Este, que a mi parecer es un problema en y para la relación nace en el seno del poder que, a su vez, está relacionado con una sociedad del rendimiento. El cuerpo está atrapado en el rendimiento de la perfección; la belleza, el exceso de maquillaje, el sexo, el dinero, etc.; visto así, la esencia del “otro”, es atrapado en el deseo, no así en el amor, primero porque el deseo no se reconoce más que en la necesidad de satisfacer y cubrir una demanda de quien desea, que es el ejercicio de poder solicitado a través de estrategias seductivas, tal como hoy lo encontramos en el mercado pornográfico, en el sexo vuelto un objeto, en el “amor” comprado o anunciado en los periódicos, etc. ¿Acaso entonces debemos decir que nos encontramos en la agonía del amor?. Esta sociedad del rendimiento está conformando una identidad en las relaciones de pareja orientadas más al control del otro que al amor. El amor está en crisis mientras esta sociedad del rendimiento someta las expectativas a las exigencias cuasi perfeccionistas de las demandas del poder del mercado, tales como consumir parejas que estén en “forma”, vayan al gimnasio, sean prototipos de televisión, etc. Hay por decir, una idea fija del “otro” llámesele hombre o mujer, donde esa idea fecunda una expectativa ilusoria y poco realista de lo que debe ser. “El sexo dice -Chul Han-, es rendimiento, la sensualidad capital que hay que aumentar. El cuerpo con su valor de exposición equivale a una mercancía”. Una primera condición para amar, requiere pensar al otro como diferente, es decir, mirar al otro, saliéndose de sí mismo para colocar la atención en el otro, lo cual no genera una idea fija, sino un movimiento que produce un despertar. Una idea fija se traduce en una necesidad de poseer, de controlar, de ejercer el poder. Sexo sin orgasmo. La atención al otro, se traduce en una renuncia de la conciencia de sí mismo, como un olvidarse de sí en otra mismidad. Hay que identificar que, en las relaciones de pareja donde se ejerce el control también aparecen otros síntomas, entre ellos, el síntoma de la codependencia o apego psicológico. Este síntoma como diría Walter Riso es una adicción. El problema de un adicto no es la droga en sí, sino su incapacidad para controlar su consumo, el problema del apego es la incapacidad de controlar su obsesión por el otro. Si lo ponemos en un esquema diremos, que una referencia fundamental de las conductas de apego es la baja autoeficiencia “no soy capaz de hacerme cargo de mí mismo”. Necesitamos de alguien más fuerte psicológicamente que se haga responsable de mí. El sujeto no busca amor, busca supervivencia, en estado puro. El amor es una actividad, no es un afecto pasivo y como actividad este no debe suscribirse a una persona. En ese sentido el amor romántico es una falacia, dado que el despliegue de energía se realiza hacia una persona idealizándola, demandándole afecto, incrustando la necesidad de recibir pasivamente lo que el otro necesita.

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